domingo, diciembre 18, 2005

Yolanda Arroyo Pizarro: Artista Invitada





Tener una pieza de literaria de Yolanda Arroyo Pizarro es todo un honor. Su fuerza de narrativa es como una honda en la frente de nuestra percepción. Sabe disparar la roca de palabras, y nuestras piernas flaquean ante sus letras. Su narrativa ha sido objeto de reconocimientos en su natal Puerto Rico, y sus textos recorren todo el continente. Hoy viene a compartir con nosotros la banca en el parque, a deleitarnos con la misma música de la banda del pueblo. A tomar chocolate. Quiere leernos en voz alta. Entonces el perfil del horizonte se abre cuando escuchamos esta obra de arte.




Antediluviano
Yolanda Arroyo Pizarro
Cuento


Me escondo luego que el rayo cae del cielo. La luz se convierte en un ser musculoso que jadea y suda, que crece, que aumenta y que no se debilita. Una de las hijas del desierto queda petrificada como yo, pero sin encontrar cobijo. Observo la escena horrorizada, con el humo de los sacrificios entrándome por la nariz.

El hombre luminaria toma a la hembra de los hombros y la lanza al suelo. En un gesto furibundo la despoja de sus ropas. Mi cuerpo se estremece y aprieto los puños en la incertidumbre del relampagueo. Con el fulguro, el suelo tiembla y mis piernas se abren. Se revientan las raíces de los árboles cercanos; los ídolos de piedra se desmoronan; el fuego hace estragos en todas las campiñas de la tribu y toso. El pecho duele.

Entre la humareda y mis lágrimas, y los gritos de la hembra, descubro el plumaje de las alas del hombre. Le nacen desde la espalda fornida. Se baten en cada embestida. Se sacuden con cada estocada. Ella sangra.

Escondo con las manos mi virginidad en un intento desesperado. El pubis se me frota entre las palmas transpiradas y lloro. Aterrada suspiro. Otro rayo da cuenta de la nueva presencia que a mis espaldas se crece, se hace grande, jadea, agita las alas y se me mete dentro.



Notas y créditos
El texto "Antediluviano" así como la ilustración que acompaña al cuento, son propiedad intelectual de Yolanda Arroyo Pizarro. Aparecen en el blog por cortesía de la autora.
www.narrativadeyolanda.blogspot.com

domingo, diciembre 04, 2005

Michele Moreno: Artista Invitada





Me enorgullece la participación de Michele Moreno quien ha sido reconocida como una de las máximas exponentes de las letras cancunenses. Su personaje La Correísta ha desarrollado una extensa, dinámica y original manera de promover la poesía y la cultura caribeña. Sus intensos ojos verdes vieron la luz por primera vez en Mérida, Yucatán, México. Ha publicado Sin Septiembre (Presagios, 1999), un manojo de textos nostálgicos y actualmente prepara un nuevo libro.

De sus publicaciones en el periódico Voz del Caribe, extraigo la siguiente:


Sobre la lluvia
Michele Moreno


Nada sucede dos veces
Ni va a suceder, por eso
Sin experiencia nacemos,
Sin rutina moriremos.

Wislawa Szymborska



Nos conocimos cuando yo era una niña y me decían Xuxu, y él era un adolescente que miraba pasar los trenes cerca de su casa. A mí me gustaban sus historias de locomotoras y de aquella prima que una vez bailó con él en forma provocativa. Así yo le hablaba de esa forma mía de pegar los labios al hielo, imaginando cómo sería un beso en la boca; él me describía cómo su padre trabajaba colgado en altos postes. Yo, de mis viajes interiores; él, de sus peligrosas excursiones de universitario. Él sabía volar.
Al cabo de los años, entonces las historias cambiaron. Él se fue a vivir un poco más lejos. Sin embargo, algo se mantenía: cada cierto tiempo yo recibía una flor diferente cada vez, con una descripción encantada de la misma. Eran flores poderosas con varios caminos y sortilegios. Llenaban.

No es lo mismo ningún día
No hay dos noches parecidas,
Igual mirada en los ojos,
Dos besos que se repitan


Poco a poco se hizo más grande la distancia. No más flores. Ni palabras. Y entonces cuánto lo extrañé. Mas respeté su silencio, aunque nunca lo entendí.
Hace más o menos un año lo encontré en un estacionamiento y platicamos por algunos minutos, ya que la lluvia empezaba a arreciar. Así que cada uno corrió hacia su automóvil. Cuando ya estábamos lejos uno del otro, le grité: "Tengo que escribir algo para mañana, ¿de qué escribo?", a lo que él respondió también con un grito: "Escribe sobre la lluvia". Y nos alejamos otra vez. Jamás escribí sobre la lluvia, es verdad. No la sentí.

Anoche, ocurrió una de esas noches en las que uno piensa que ya todo está perdido. Por alguna extraña razón me sentí derrotada. Problemas por todos lados. Deshorizontes que de pronto se le atraviesan a una en el camino. Con una presoledad cruzada en mi vida, tal como aceituna sobre martini seco, me detuve en un cibercafé a imprimir ciertas cosas urgentes, y, mágicamente, encontré un mensaje de mi amigo. Eran sólo cuatro palabras: "Nunca me he ido". ¿Nunca te has ido, desgraciado?, fue lo primero que pensé. Aun así, me cambiaron los colores desde los ojos hacia el mundo. Como era tarde para acudir a un parque (hay parques sumamente comprensivos), me subí al techo de mi casa a fumar un cigarro con las estrellas. Y estuve dilucidando en dónde nos quedamos…

Nos quedamos en que yo me fui. No lo recordaba. No de forma física, sino de la que sí duele. Me fui en esencia, y me fui muy lejos. Atando cabos, me di cuenta de que lo que sé de mi amigo últimamente ha sido a través de los que anteriormente fueron mis amigos cercanos, mas no suyos. Es decir, me fui de todos. Pero él los fue conociendo, se fue acercando a esas voces y vidas que yo antes le describía. Es verdad, en cierta forma nunca se fue.

Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaba
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.


A veces creemos que son los demás los que abandonan. Los que se van. Y no nos damos cuenta de que fuimos nosotros quienes de alguna manera abrimos la puerta. Así nos vamos quedando solos, y no nos damos cuenta, hasta que una noche "ocurre el descubrimiento de la sombra". Y creo que hay que reconocerlo y aceptarlo como samurai. No sé si vuelva un día a encontrar una flor en la puerta de mi casa, pero quise escribir esto como un homenaje, como un recuerdo, sólo como un color de tarde de flamencos atravesando el cielo… …

Vuelvo la cara hacia el muro
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Cómo una flor o una piedra?


Aquí está tu lluvia, amigo querido. No hay gotas más gotas que la vida sin flor. No hay lluvia más lluvia que nombrar tu sonrisa.
Tan lejos.
Llueva pues tu ausencia.




Notas:
Xuxu se pronuncia shushu. La letra equis en lengua maya siempre es sh.
Michele Moreno: feliciana13@yahoo.com

viernes, diciembre 02, 2005

National Geographic






Era domingo. Sí. Ese día, Mike y yo habíamos atrapado un ocelote en la reserva ecológica de Laguna Atascosa, cerca de Brownsville y de South Padre Island, en Texas. Sí. Los afamados fotógrafos de National Geographic estaban de suerte. Nosotros también. Un ocelote. El felino en peligro de extinción en las páginas del Geographic. Más interesados podrían colaborar en detener la extinción de los felinos sobre este planeta.

Cuando National Geographic apareció lo recuerdo hoy tantos años después. Fuimos a ver al felino. Mike le pidió al fotógrafo que estuviera al márgen para que el gato no se pusiera nervioso. Danny se llamaba el fotógrafo, mi tocayo. Comprendió. Mike y yo nos acercamos un poco, después él le inyectó un poco de ketamina; el gato cayó en sueño. Le hice una seña a Danny y nos acercamos, charlando lo menos posible para que el felino no se intraquilizara. En realidad no me di cuenta el instante en que el fotógrafo disparó su cámara. Es la foto que ven en la parte superior de esta entrada.

Se trataba de ilustrar un artículo sobre la frontera de México-USA, ese cordón que es dolor de cabeza para las políticas migratorias de los dos países. Yo nací en la frontera, conocía el asunto de esta vida cuasi migratoria.

Apareció la fotografía con el siguiente pie de página (traducido):
"Los cruces fronterizos son un derecho natural para las criaturas salvajes, como el ocelote, una especie en peligro de extinción, y cuyo hábitat amenazado se extiende hasta los matorrales subtropicales del sur de Texas. En un esfuerzo internacional para estudiar y salvaguardar el hábitat de este felino, el biólogo Mike Tewes y su colega mexicano Daniel Navarro (izquierda), ajustan un radio collar para rastreo, a una hembra de ocho kilogramos, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Laguna Atascosa."

La portada de ese número de Geographic en particular se quedó en mi mente, era la imagen del rostro de una chiquilla de Afganistán. Unos ojos bellísimos, un rostro de fuerza y fiereza. Así, sin querer, ella y yo nos unimos por esas cosas del destino. Ella en Afganistán, yo en una frontera, perdido entre los matorrales de un país desconocido y agreste.

Supongo que la vida actúa con cierta malevolencia. Seguí su historia, hasta que casi 20 años después apareció en las páginas del Geographic que habían vuelto a encontrar a la chiquilla. Ahora madre de dos o tres hijos, no recuerdo. "Yo también tengo hijos" le dije a ella, a la imagen en la revista. Supongo que nunca lo sabrá.

Tampoco sabré lo que alguien que me lea, me diga. Lo que sí sé es que los felinos son bellos. Son artífices de vida. Estoy convencido de que encima de mi misantropía, mientras haya un tigre vivo sobre la faz de este planeta, tenemos esperanza.




Créditos
Fotografía: Danny Lehman

National Geographic, June 1985
Escenario: Camioneta de Mike, con caja de frutas donde almacenábamos los instrumentos de campo. Camino rústico en Laguna Atascosa National Wildlife Refuge, Cameron County, Texas, United States of America.
Modelo: Michael E. Tewes, Female Ocelot No. 12, Daniel Navarro.
Derechos reservados de The National Geographic Society.




P.S. Después de liberar en seguridad al ocelote y las fotos, Mike se puso a ver el futbol americano, jugaban los Dallas Cowboys. Danny y yo nos fuimos a celebrar con una cerveza en South Padre Island.

Acerca de mí

Mi foto
Cancún, Mexico
Escritor y Naturalista. Licenciado en Biología por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios en Texas A&M University Campus Kingsville y The University of Florida.